Las personas
más valientes que conozco no son aquellas que consiguen grandes logros, sino
aquellas que día a día consiguen cambiar el mundo con pequeños gestos.
A diario
intento mantener un delicado equilibrio entre mi rol de madre diversa y mi lado
más profesional como maestra. No es fácil, las líneas que dividen ambos lados
de la moneda que soy a menudo se entrelazan y se funden. Hay veces en las que
veo situaciones injustas y respiro y continúo, hay veces en que no respondo
ante algunas actitudes por no empeorar la situación.
Hoy no ha
sido así, hoy he respondido. En una formación con más de treinta maestros, una
de las maestras ha preguntado al formador cuales eran los indicadores para
saber si un alumno con diversidad funcional debía continuar escolarizado en la
escuela ordinaria. Y no se, de repente me he encontrado respondiendo.
“Todos los
niños tienen derecho a recibir una educación inclusiva, es un derecho, no un
favor. Para mi la pregunta no es esa, la pregunta es como podemos conseguir dar
la mejor respuesta educativa a todos nuestros alumnos, a sus necesidades. El
sistema educativo culpabiliza a los alumnos con diversidad funcional
segregándolos, la diversidad no se elige. Los maestros necesitan formación,
información y actitud ya que sin esos tres aspectos jamás conseguiremos una
escuela inclusiva.”
Son pequeños
gestos pero necesarios para cambiar actitudes y prejuicios, gestos que, a
diario, veo en muchas madres diversas. El grado de discapacidad de nuestros
hijos dependerá en gran parte de las actitudes que las personas que trabajan
con ellos muestren, la confianza que pongan en sus capacidades y los recursos
que utilicen para minimizar las dificultades.
Hoy me he
sentido valiente y triste a partes iguales, pero segura de que son estos
pequeños gestos los que conseguirán cambiar la realidad educativa de nuestros
hijos. Somos gente pequeña haciendo cosas pequeñas, intentando cambiar una
pequeña parte del mundo.
Para mi, que también comparto esta doble condición, uno de los aspectos más duros es comprobar que hay padres que no quieren/pueden reconocer la condición del hijo y le someten a exigencias absurdas y contraproducentes. Me siento impotente ante esta forma de neglgencia.
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