Estos
últimos meses he estado impartiendo formación en un centro de
Educación Especial cerca de Barcelona a un claustro fantástico de
profesionales muy motivados por aprender y muy participativos en las
actividades que realizamos. La verdad es que me gusta mucho impartir
formación porque en todas y cada una de las sesiones que realizo
aprendo muchísimo más de lo que enseño.
Esta
es la segunda formación que imparto en este centro y, en esta
ocasión, les pedí poder conocer la escuela por dentro y compartir
ratitos en las diferentes aulas para conocer mejor a los alumnos con
los que trabajaban a diario.
El
centro aceptó muy bien mi propuesta, así que cada sesión llego un
ratito antes y me cuelo en las clases, observo a los peques y conozco
a los chicos y chicas del centro. El primer día pude observar como
los chico más mayores creaban sus presentaciones con temas de su
interés y con herramientas que dominaban a la perfección. La
segunda sesión coincidió con la merienda de los peques de primaria
y estuvimos jugando con un juego de piezas de colores y personajes
que era la atracción principal del aula.
Estos
dos días han sido especiales porque he conocido diferentes niños,
con diferentes características, que viven diferentes situaciones en
el aula, pero sin duda lo que más me ha impresionado de todo lo que
he visto han sido los profesores. He tenido la oportunidad de hablar
con varios de ellos, me han abierto sus aulas y me han hablado de sus
chicos, de sus características, de como trabajan con cada uno de
ellos. En todos y cada uno de estos profesores he encontrado un
sentimiento común, la pasión por su trabajo, la dedicación que
prestan a sus alumnos, lo bien que los conocen, como se esfuerzan por
ofrecerles recursos y ayudarlos a avanzar, a seguir adelante. Pero lo
más emocionante ha sido ver como respetan su forma de estar en el
mundo y los acompañan en su proceso personal. La verdad es que ha
sido muy emocionante verlos trabajar y debo agradecerles haberme
acogido tan bien y permitirme vivir esta experiencia con ellos.
Esta
situación me ha confirmado lo que ya llevo tiempo pensando. Quienes
tenemos la oportunidad de formar a otros profesionales debemos
apostar por ofrecer una formación de calidad, es decir, ofrecer
sesiones prácticas, que se adapten a las necesidades concretas de
ese centro, que respondan a sus necesidades reales. La calidad de una
formación no debería medirse por la cantidad de información que
somos capaces de explicar por minuto, sino por el impacto que tendrá
en ese centro una vez hayamos acabado las sesiones. De nada sirve
conocer cientos de herramientas o las características concretas de
un dispositivo si no van acompañadas de una relación directa con su
práctica diaria en el aula.
Formar
a profesionales es muy importante pero debemos hacerlo con sentido,
compartiendo no solo conocimientos, sino conociendo a los profesionales, su trabajo en las aulas y el entorno,
trabajando juntos y creando nuevas formas de trabajar en las aulas.
Al mismo tiempo debe ser una formación motivadora en la que se
trabajen tanto la parte de contenidos como la parte emocional del
claustro, gestionando situaciones como por ejemplo los miedos
iniciales ante nuevos dispositivos o la sensación personal de muchos
docentes de su falta de conocimientos previos.
Hoy
les quiero agradecer los buenos momentos que estamos compartiendo en
estas sesiones, su actitud, que siempre es receptiva y muy
participativa, su comprensión cuando la tecnología nos falla y
sobretodo lo que me han hecho vivir y como me han hecho sentir estos días, eso es
algo que no olvidaré. Gracias :)
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