A
menudo tengo encuentros con madres de
niños con autismo. Nos unen muchas cosas y en esos ratitos
compartimos muchas cosas. En esos encuentros siempre acabo
haciéndoles la misma pregunta: ¿y a ti quien te cuida?
Porque
casi siempre hablamos de como se nos va la vida buscando recursos,
echando para adelante los proyectos, de las atenciones a
nuestros hijos, pero no recuerdo a ninguna mamá hablando de lo que
hace por ella, de como libera el estrés, de como gestiona las
emociones que vive a diario, muchas de las cuales son muy dolorosas.
No conozco casi madres que tengan atención psicológica específica,
por un lado porque el coste de las intervenciones con su hijo ya son
muy costosas y, en segundo lugar, porque no disponen del tiempo para
asistir.
No
es extraño que algunos “cuidadores” de personas con
diversidad funcional se encuentren ante procesos de desánimo e
incluso de depresión. En el caso de las madres, la gestión de las
emociones se acaba gestionando de forma interna, es decir, no
dedicándole demasiado tiempo porque hay que seguir caminando hacia
adelante.
Es
por eso que hoy pongo énfasis en este aspecto de lo que no se habla
demasiado pero que afecta profundamente a las madres de niños con
autismo y con diversidad funcional en general. La verdad es que
disfruto mucho de estos encuentros, porque son una terapia
imprescindible, porque nos reímos, lloramos, compartimos vivencias y
tras esto seguimos trabajando. Gracias a mis amigas virtuales porque
gracias a ellas el día a día es más ligero, gracias por cuidarme
:)
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