Este va a ser, sin duda, un año de grandes retos. Tras un curso tan
emocionante como el que tuvimos el año pasado, el que ahora empezamos promete
ser muy interesante.
Los cierres de etapa son cursos especiales en los que intervienen
diferentes variables, preocupación por aprobar todo y poder seguir, miedo al
cambio, a la aceptación del grupo, a la dificultad de las materias, etc. Pero
lo hemos conseguido, tras despedirnos de los ciclos y celebrarlo, este curso
empezamos 1º de Bachillerato y 1º de ESO.
Tras superar su último curso de primaria con muy buenas notas, a mi
hija el paso a la secundaria se le está haciendo un poco cuesta arriba porque
le asaltan mil dudas y temores a los que vamos dando respuesta poco a poco.
En el caso de mi hijo, además de acabar el curso con buenas notas y
todas las asignaturas superadas, hemos necesitado varias reuniones con la
tutora orientadora durante el curso e insistir una y mil veces en su capacidad
para poder continuar estudiando y pasar a Bachillerato, ya que la propuesta por
parte del centro era optar a otro tipo de enseñanzas. Así que, tras los
resultados que obtuvo en las competencias de 4º de ESO y con la ayuda de unas
pruebas de inteligencia que pedimos a sus terapeutas, finalmente ha podido
acceder a los estudios superiores.
Confío plenamente en que mis hijos son capaces de superar el curso, en
que el diagnóstico de mi hijo sigue y seguirá siendo una traba en su vida
académica, en que deberé seguir buscando estrategias y recursos para conseguir
que se mantenga en el sistema educativo ordinario, del que empiezo a tener
serias dudas.
Porque si un sistema educativo pone trabas a quien más apoyo necesita,
¿qué tipo de sistema educativo tenemos? La solución debería pasar por facilitar
el acceso y la continuidad en los centros ordinarios, no derivar a quienes más
necesitan permanecer en ellos.
Este verano ha sido un respiro tras un final de curso intenso, así que
después del esfuerzo que hemos hecho para iniciar esta nueva etapa, nos hemos
declarado insumisos y hemos dejado los deberes “formales” por hacer. Por una
vez nos hemos dedicado a lo importante, no a lo urgente. Obligar a alguien a
trabajar durante el verano sin una finalidad clara, solo para que repase los
contenidos, me parece un castigo.
Este verano se han premiado por el esfuerzo realizado durante todo el
curso y nos hemos dado unos días para relajarnos y disfrutar del buen tiempo.
La verdad es que ha sido el verano que más han trabajado los dos. Ambos han
leído los libros que les apetecían. Mi hijo ha practicado piano y guitarra y se
ha iniciado componiendo algunas piezas o transformándolas. Mi hija ha hecho
todas las manualidades que han cabido en su cabeza y han interpretado sus
manos. Es decir, han aprendido mucho, aunque no sea lo que "formalmente" se esperaba de ellos.
A medida que mis hijos han ido superando las diferentes etapas educativas
he ido aprendiendo, a priorizar, a dar la importancia correcta a las cosas, a
no desesperar. Y he decidido que, a fin de cuentas, lo importante es seguir,
avanzar, disfrutar del viaje que supone cada curso. En definitiva, aprovechar
las cosas buenas que nos ofrece el sistema educativo y declararse insumiso con
las injusticias que cometa. Os deseo un buen inicio de curso, una nueva
oportunidad para seguir aprendiendo todos.